Dice la leyenda que, en el barrio del Mercadal, cerca del río Onyar, había un convento de monjas. Algunas de ellas no eran muy devotas y llevaban una vida un poco desbaratada. Pero había una monja muy religiosa que les reprochaba sus aventuras.

Aquellas monjas no dudaron en encerrar a la monja devota en el sótano del convento. Con el tiempo, debido a la humedad, la falta de sol y la mala alimentación, aquella pobre monja se fue transformando, le salieron unas escamas hasta convertirse en una especie de cocodrilo. Pero dicen que gracias a la bondad y pureza de su alma, también le crecieron unas alas bien bonitas y coloridas en su espalda. Se convertiría, pues, en Cocollona, ​​medio cocodrilo, medio mariposa, un ser fantástico.